El lápiz que no escribía en papel
Arleny Valle Martínez • Dec 14, 2021

Sobre el bucle entre lo análogo y lo digital

Me imagino al cromañón diciéndole al otro que es peligroso usar el fuego y que una vez que iniciemos a usarlo seremos dioses, no estos seres que somos. El fuego para nosotros es totalmente arcaico, un instrumento análogo de lo más básico, pero que, en su momento, junto con todas las herramientas desarrolladas por los primeros sapiens, representaron la tecnología más revolucionaria, y, definitivamente, evolucionaria. La sensación de la seguridad, de la estabilidad, de la confianza que nos brinda la tecnología, es lo que nos permite potenciar exponencialmente el desarrollo digital, al brindar un marco de protección dentro del cual están permitidas todas las permutaciones posibles para poder actuar eligiendo la mejor opción dentro de muchas existentes, antes que, evaluar y diseñar un camino óptimo para hacerlo.


Ganamos velocidad, fundamental hoy en día. Quien pueda realizar una tarea más rápido, quien conteste primero, quien desarrolle más y mejor, en menor tiempo, es quien toma la delantera. Esta capacidad de contestar sin titubear en primera instancia es una virtud de las nuevas generaciones, que, a diferencia de las anteriores, no tienen miedo del error, y, ante menor precaución, mayor velocidad. Logramos descifrar la intuición y convertirla en costumbre. El sentido intuitivo de las aplicaciones, de los equipos, de la información, van generando confianza en el usuario, y mayor confianza en el desarrollador.


El debate de que, si la velocidad es positiva o no, en realidad es secundario. Porque las actividades per se son objetivas. Las acciones están más allá de la moralidad. La evolución se encuentra en no recriminar el desarrollo tecnológico. Se puede discutir el hecho de que si, por ganar velocidad, se pierda calidad, pero la búsqueda evolutiva es a la intersección. Abstenerse de incorporarse en el mundo digital por los riesgos asociados es anti evolutivo. Los riesgos no pueden convertirse en un freno, porque, biológicamente, hemos evolucionado gracias a la capacidad de realizar las actividades a pesar de los riesgos.

La innovación disruptiva se define como un proceso mediante el cual una solución ya existente es transformada, generalmente con ayuda de la tecnología.

En esta nueva modalidad de prueba y error, de la cual nos habla a profundidad y con gran trasfondo la doctora Jill Lepore en sus ponencias respecto a la “innovación disruptiva”, se muestra la idea de que la innovación por ser innovación y la velocidad por la velocidad pierde sentido por ser facilista, traducida en un concepto que no tiene objeción, pues, desde su concepción, alberga la idea del error, de fallar, de que si está mal, está bien, que de los errores se aprende, entonces, nunca hacemos nada mal, todo está siempre “bien”.


Por ello, podemos reabrir el debate de moralidad y ética del desarrollo tecnológico digital, porque se han llegado a los extremos absolutistas, manipulando las acciones de la innovación por la imposición de la innovación y la digitalización sobre el resto de visiones para el camino del desarrollo del mundo. Es, después de visionar y concebir las distintas posibilidades, y hasta después de valorar los enormes beneficios de la apertura ante la digitalización, que podemos objetar la imposición que están realizando algunos sectores de la población en referencia a la tecnología.


Justamente en el abordaje de los dos formatos, el análogo y el digital, y en las dos maneras de desenvolverse que ofrecen, es donde está el camino ideal para el desarrollo sostenible. La primera manera es realmente necesaria de considerar y de mantener, con su dialéctica de evaluación, de precaución, de retención de información, de validación de datos, del sentido común, de planificar cada paso; y la segunda, con la elección múltiple, la prueba y error, la velocidad, la incorporación de procesos digitales, la automatización, la inteligencia artificial, el pensar fuera de la zona de confort, del romper estereotipos y quebrar esquemas. La una no limita a la otra.


Por ejemplo, es bien sabido el desdén de las nuevas generaciones por descartar la idea de retener información. Con Google a la mano en nuestro Smartphone, y la navegación casi ilimitada en el internet, es casi absurdo tener que recordar algo. Simplemente, se ha satisfecho esa necesidad, al punto de eliminarla, pues es cada día menos concebible el escenario en el que no tengamos un aparato digital a la mano y necesitemos sobrevivir con nuestros propios medios cognitivos. Pero, el que tengamos acceso a este universo digital ¿significa que debamos limitarnos a dejar de ser un universo de capacidades nosotros mismos?



No. Paralelo al desarrollo tecnológico digital, se deben de desarrollar todas las capacidades y habilidades posibles en nuestro propio ser. Que existan traductores en tiempo real no significa que aprender otro idioma sea inútil, sino lo contrario. Al existir tantas aplicaciones para traducir y aprender idiomas, cada día es más fácil poder aprender, y si existe el derecho de hacerlo, deberíamos ejecutar al deber. La valoración del ser es totalmente subjetiva, pero estoy convencida que, a mayor cantidad de herramientas para gestionar nuestras emociones y pensamientos, mayor capacidad de llegar a la realización personal, sea lo que fuere y concebida como tal para cada quien. 


Hoy en día experimentamos una sensación de libertad para desplazarnos en el espacio intuitivo digital como nunca antes, pero incluso, puede llegar a tener una sensación primigenia involutiva, ya que nuestro cerebro siente que, a mayor complejidad del proceso para elegir, se realiza una mejor elección, pero es únicamente una sensación, pues no necesariamente tardarse más significa que se analizó mejor y por lo tanto sea una mejor opción. También el hecho de que cada día se requieran menos conocimientos teóricos para realizar una tarea o ejercer un oficio democratiza las profesiones, brindándonos mayor cantidad de caminos cortos para llegar a nuestros objetivos.


Lo que se nos abre es un abanico de posibilidades en las cuales decidir especializarnos, y ser capaces de hacerlo en un mayor número de habilidades y profesiones, sin tener que pasar cinco años para descubrir que queremos ser profesionales en psicología y no en ingeniería, sin tener que gastar en decenas de aparatos análogos que cuestan una fortuna y a los cuales podemos acceder gratuitamente o a muy bajo costo con aplicaciones digitales, sin conservar cientos de libros a los que la mayoría de la población no tiene acceso y descargarlos fácilmente en nuestro ordenador. 


¿En qué momento cabe la transición entre lo análogo y lo digital? Inicialmente es un proceso sucesivo, puesto que lo digital necesita un proceso análogo que funja como el inicio del ciclo. Es decir, cada aplicación facilitadora o programa que automatice los trabajos necesarios, requieren conocimientos básicos sobre el tema para quien ejecuta, pero no podemos limitarnos a lo básico siendo estos seres tan desarrollados cognitivamente con capacidades incluso sin descubrir. Podemos no sólo tener, sino también ser. 


Así que, el hecho de que podamos tener un lápiz para nuestra tableta, no significa que no necesitemos aprender a escribir, pero ahora lo podemos hacer de maneras diversificadas en esta hermosa revolución digital, y podemos valorar y apreciar cada una de ellas, entrando con la mente y el corazón abiertos, integrando la digitalización con los valores y principios de la ejecución análoga y el amor al conocimiento.


Arleny Valle

Ingeniero Agrónomo, MBA. PM4R Expert Certificate, Experta en Responsabilidad Social, Diseño, Ejecución y Supervisión de Proyectos de Inversión Pública y Desarrollo Sostenible con Cooperación Internacional, con más de 20 años en el Sector Publico peruano, especialmente en Programas con Cooperación Internacional.

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